¡Enhorabuena! ¡Has adquirido superpoderes! Tus sueños de
convertirte en héroe y hacer del mundo un lugar mejor se encuentran cada vez más
cerca. ¡Oh! Espera… ¿tu superpoder es animar muertos, atrofiar los músculos de
otros o provocar terrible dolor en los demás?
Lamento decírtelo, pero hay superpoderes que no están
destinados para actos heroicos. ¿Necromancia? Difícilmente. ¿Besos tóxicos? No.
¿Drenar la vida de otros? No lo creo. ¿Tentáculos en tu espalda? Por supuesto
que no.
Entonces, ¿qué haces si te toca algún poder de estos? Sólo tienes dos opciones lógicas:
1.- Aceptar tus nuevos poderes y convertirte en un villano
respetable, o…
2.- Resignarte a que tu vida apesta y tratar de hacer lo
mejor que puedas para no empeorar tu situación.
No es sorpresa que quienes tienen superpoderes “malvados”
terminan volviéndose malvados, e incluso los que permanecen buenos tienden a
ser un peligro. Entre más uses tu poder, más lo disfrutarás, y cuando hacer el
mal te comience a complacer, entonces difícilmente habrá vuelta atrás. Incluso si lo usas para hacer el bien, a lo
más que aspiras es a ser un antihéroe.
Algunos poderes no son realmente malvados, pero tienen mala
fama de todos modos. Por ejemplo, disparar ácido o púas de hueso no hace más daño
que un rayo congelante; pero son considerados superpoderes malos porque se ven
grotescos.
Claro, en muchas obras de ficción, los superpoderes de un
personaje tienen mucho qué ver con su personalidad. Si alguien consigue poderes
malvados es porque su corazón ya era oscuro. Y hay personajes que buscan (o
buscaban) conseguir esta clase de poderes.
Este artículo es una traducción del tema:
"Bad Powers, Bad People" de la página tvtropes.org